Ahora que casi todo pasa en la red o en la más llamada «nube», el incremento de la eficiencia de los servidores informáticos y la apuesta por las energías renovables acontece clave. Solo de este modo será posible nutrir una demanda de Internet cada vez más grande sin que, esto, implique un mayor consumo de energía.

La pandemia aceleró una digitalización que ya venía implantándose progresivamente en muchos ámbitos. Con el confinamiento, este proceso acabó por extenderse a todos los niveles: teletrabajo, comercio, educación, videoconferencias, plataformas de contenidos audiovisuales, etc. La prohibición de ir al supermercado, a la escuela, al cine o a nuestros puesto de trabajo hizo que toda nuestra actividad se trasladase al mundo virtual. Las consecuencias fueron inmediatas: el planeta pudo volver a respirar gracias a la drástica reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y se recortó, también, el gasto energético.

Aun así, hay que ser conscientes de que la digitalización requiere la creación de enormes centros de datos donde poder alojar los servidores informáticos. Estos centros de datos necesitan energía eléctrica para funcionar y refrigerar los dispositivos. Si bien su impacto medioambiental es mínimo, estos tienen que hacer frente a retos como el del gasto eléctrico. Es evidente que digitalizar contamina menos, pero, de todos modos, siempre comportará un consumo.

Green computing: la preocupación por unas tecnologías más verdes

El Green Computing o Green IT es un concepto que nació hace tiempo. Fue acuñado en 1992 después de que la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos desarrollase un programa destinado a promover y reconocer la eficiencia energética de varias tecnologías. Hoy en día, bajo este paraguas, se incluyen todas aquellas iniciativas o estrategias que tratan de producir tecnologías más verdes a través de la disminución del gasto energético y el uso de materiales más sostenibles.

La expansión del teletrabajo, la sensorización de las fábricas y la proliferación del Internet de las Cosas hace que el consumo energético de los servidores vaya, inevitablemente, en aumento. Ahora bien, los proveedores disponen de macrocentros de datos muy eficientes. Esto significa que pueden gestionar un volumen de información que crece casi de forma exponencial mediante la creatividad y la innovación. Así, se optimizan al máximo los recursos y se minimiza la huella de carbono.

Siempre se ha temido que los grandes proveedores de Internet, como Google, Amazon, Apple o Microsoft se convirtieran en un tipo de agujero negro por donde se pudiese escapar la electricidad del planeta. Pero son unos temores que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha desmentido: este año, el consumo energético de los macrocentros de datos casi no sufrirá cambios al alza (a pesar de que la demanda de servicios sí que se incrementará en un 60% respecto a las cifras del 2019).

Eficiencia y renovables

La preocupación del sector por hacer sostenible su actividad ha llevado a las grandes compañías de Silicon Valley a desarrollar equipos más pequeños, potentes y eficientes, cosa que facilita la refrigeración. Pero también se ha profundizado en dos líneas de innovación: la refrigeración natural –tan fácil como ubicar los centros de datos en lugares fríos– y el uso de energías limpias, incluso propias.

En 2019, Google fue el principal usuario de energía renovable (solar y eólica) del planeta: 2.706 MW, según la AIE. Por detrás, Facebook (1.111 MW), Amazon (925MW) y Microsoft (762 MW). Google no solo se abastece de fuentes renovables; además, trata de predecir las horas del día en que hay más disponibilidad de este tipo de energía y, también, procede al almacenamiento en baterías. Una de las últimas empresas en sumarse al cambio ha sido Apple. El gigante californiano ha anunciado la construcción de dos turbinas eólicas que, con 200 metros de altura y una capacidad de generación de 62 gigawatts/hora por año, serán las más grandes del mundo. Se ubicarán cerca de la costa danesa y, su objetivo, es alimentar los servidores ubicados en la ciudad de Viborg, a través de los cuales se brinda apoyo a iMessage, Sirio, Apple Music o App Store. Toda la energía que no se utilice se volcará en la red eléctrica del país escandinavo.

Por su parte, Amazon hará algo similar en Galway. El proyecto, en este caso, es un parque eólico con decenas de aerogeneradores, el cual empezará a operar este mismo 2022. Una vez más, la idea es el autoabastecimiento de sus instalaciones y, como en el caso de Apple, el excedente se cederá a la red eléctrica irlandesa. También está prevista la construcción de un parque solar en Zaragoza que suministrará electricidad a la sede de AWS, su primera infraestructura «cloud» en la península.